sábado, 14 de febrero de 2009

NUESTRO PADRE JESÚS DE LA SALUD

IMAGEN SAGRADA DE
NUESTRO PADRE JESÚS DE LA SALUD
EN SU
INJUSTA SENTENCIA

La imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud es obra del escultor de Mairena del Aljarafe (Sevilla) Rafael Martín Hernández. Se trata de una talla de vestir, completamente anatomizada, realizada íntegramente en madera de cedro y dotada de una altura de 1,84 m. excluyendo la peana.

Responde al modelo iconográfico de Jesús cautivo, de pie y con las muñecas atadas mediante una soga. Representa al Señor en el momento de escuchar y tomar conciencia de su destino a través de su sentencia de muerte, dictaminada por el gobernador de Judea, Poncio Pilatos.

Su expresión pretende irradiar la angustia propia de un momento de tal crudeza. El gesto de su rostro, su mirada baja y sus ojos llorosos de los que emanan dos lágrimas, pretenden resolver de la forma más natural posible todo el dramatismo contenido y todo el dolor psicológico al que se enfrentó Jesús durante este trance.

La policromía, realizada a la técnica del óleo mediante veladuras, le otorga a la imagen un cromatismo tostado a la vez que congestionado. Además de los múltiples golpes, están detalladas las contusiones producidas por el flagrum romano de dos colas. En su pómulo derecho y tabique nasal se puede evidenciar el golpe que un alguacil de Anás le propinó en presencia del Sumo Sacerdote. Dicha agresión, erróneamente traducida como bofetada, fue propinada con un garrote cilíndrico, pues eran estas sus armas defensivas de la guardia del Sanedrín. Además de este factor, en los Evangelios griegos (San Juan, cap. 18, vs. 22) la palabra que se emplea es “ráspisma” que significa golpe de palo. La dureza de la agresión, las horas transcurridas desde dicho hecho y los testimonios de la Síndone, dan como resultado representación del pómulo y tabique amoratados, así como de un derrame en la cuenca orbitaria.

Sobre sus sienes tiene ceñida una corona de espinas labrada por separado, que permite desposeerle de la misma cuando sea requerido y que debido a su presión sobre la cabeza y la proliferación de espinas, salpican de desgarros, hematomas y heridas, la frente de Cristo.

Los cabellos, cuyo claroscuro obtenido mediante profundos calados potencian el dramatismo de la efigie, están representados de forma que insinúan mediante la flacidez y las amplias ondulaciones la sensación humedad a causa del sudor y la sangre. Como detalle testimonial, posee varios mechones anudados a modo de coleta, tal y como se puede comprobar en la cara posterior del hombre de la Síndone y que nos recuerda que era usual entre los judíos de los tiempos de Jesús llevar la cabellera sujeta a la altura del cuello.

Su peana, que busca recrear el empedrado de la ciudad de Cáceres, posee grabadas en sus distintas caras la reconstrucción de los enunciados en latín, griego y arameo que aparecen en el Títulus Crucis que se conserva en la Basílica de la Santa Croce en Jerusalem de Roma. Estas sentencias están redactadas según el modo oriental, de derecha a izquierda.

En la cara posterior de la peana aparece un enunciado en latín que alude al mensaje que Cristo, así como a la advocación de la imagen a modo de plegaria. “CARITAS, IVSTITIA ET SALVS”.

La imagen fue bendecida el 14 de febrero de 2009, acometiendo su propio escultor, dos años después, una pequeña intervención en la talla para reponer la policromía de algunos roces producidos por alfileres al vestir al Señor y por estar en permanente veneración de los fieles. Aprovechando esa ocasión, el escultor igualmente le realizó una nueva corona de espinas, en forma de casquete, de gruesos tallos y espinas del árbol Gleditsia triacanthos L. o acacia de tres púas; así como acentuó la expresividad del rostro del Señor, modificándole la barba y algunos mechones del pelo, lo que sin duda ha potenciado el valor de la Sagrada Imagen.







Fotos: Rafael M. Hernández