domingo, 1 de enero de 2006

QUINARIO EN HONOR DE NUESTRO PADRE JESÚS DE LA SALUD

Solemne Quinario en Honor a Nuestro Padre Jesús de la Salud.

Elementos comunes para cada día del Quinario.

V. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.

Acto de contricción:

Señor mío, Jesucristo,
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, 
por ser Vos quién sois y porque os amo sobre todas las cosas,
 me pesa de todo corazón haberos ofendido;
propongo firmemente nunca más pecar,
apartarme de todas las ocasiones de ofenderos,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
 Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos,
en satisfacción de todos mis pecados, y,
 así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita,
que los perdonéis, por los méritos de vuestra preciosísima sangre, pasión y muerte,
y me daréis gracia para enmendarme, y perseverar en vuestro santo amor y servicio,
hasta el fin de mi vida.

Amén.

Oración preparatoria para todos los días:

¡Oh Jesús de la Salud! Ante tu presencia, reconozco mis miserias y pecados, y me propongo, con vuestra ayuda, no volver a ofenderos.
Animado por vuestra infinita bondad y por los muchos favores que otorgáis a los que imploran ante vuestra Imagen, misericordia; os pido, ¡oh mi buen Jesús!, que, en memoria de vuestra Pasión, atendáis mis súplicas en este Quinario, si son de vuestro agrado y para provecho de mi vida.
Amén.
(Pídase la gracia que se desee conseguir)

Terminada la oración preparatoria se lee la meditación del día correspondiente.

Invocaciones:

V.-Jesús de la Salud, por vuestra Pasión, míranos con misericordia.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V.-Jesús de la Salud, enciende tu amor en nuestros corazones.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V.-Jesús de la Salud, sálvanos de nuestros egoísmos y miserias.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración final (realizada por el sacerdote)

Nuestro Padre Jesús de la Salud, al considerar vuestra bondad y vuestro amor para conmigo, un grito de gratitud sale de mis labios: Señor Jesús, te amo.
Por nuestro amor bajaste a la tierra y sufriste hasta morir clavado en una cruz; por nuestro amor te quedaste como alimento eterno en el Sacramento de nuestros altares; por nuestro amor te manifestaste en esta Imagen bendita, con los ojos lánguidos y el rostro dolorido, símbolo de vuestro sufrimiento.
¡Gracias, Señor! Y para corresponder a tantos favores os pido la gracia de cumplir siempre tu santo mandamiento del amor.
R.  Amén.


Meditaciones específicas para cada día del Quinario:


DÍA PRIMERO

La hora de la Pasión ha llegado. Jesús se dirige con sus discípulos al huerto de los olivos, y allí, de rodillas, ora y ofrece a su eterno Padre sus dolores. La vista de las afrentas y muerte próxima es tan horrible que le hace desfallecer hasta sudar sangre. Sólo le anima el pensamiento de que cumple la voluntad de su Padre y que de su muerte de Cruz dependía nuestra salvación.
Haz, Jesús mío, que rechazando nuestros pecados, causa de vuestra Pasión y Muerte, aliviemos así tu dolor.

(Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense las invocaciones y la oración final.)



DÍA SEGUNDO

Los judíos piden a gritos la muerte de cruz para el Salvador. Pilato, temiendo las amenazas del pueblo, cree que podrá aplacarle si mandan castigar a Jesús. Atado, pues, a una columna el divino Maestro es azotado tan bárbaramente por los sayones que su cuerpo es del todo desgarrado y cubierto de llagas y de sangre.
Señor Jesús, nuestro Redentor, haz que amemos la vida de sencillez, austeridad y pobreza que necesitamos para borrar nuestros pecados.

(Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense las invocaciones y la oración final.)



DÍA TERCERO

Como Jesús había afirmado que era Rey, los soldados de Pilato quisieron burlarse de su realeza. Para eso mandan sentar a Jesús, echan sobre sus desnudas espaldas un manto viejo de púrpura, clavan en su cabeza una corona de punzantes espinas, y en sus manos ponen una caña a modo de cetro. Unos de rodillas le encarnecen vilmente, otros le llenan de saliva y cogiéndole la caña le golpean con ella en la cabeza, hincándole más y más las espinas.
Pilato, al ver la figura lastimosa que presentaba Jesús después de la coronación de espinas creyó que los judíos se conmoverían con solo verle. Lo sacó en público y dijo: Ecce-Homo: ved aquí al hombre, yo no encuentro en Él causa de muerte. Pero los judíos al ver a Jesús y oír las palabras del Presidente, contestaron a gritos: ¡Crucifícale, crucifícale!
Y nosotros, ante esta escena tristísima, ¿no aprenderemos a tener paciencia, sufriendo por quien tanto sufrió por nosotros? Oh, Jesús mío, al oír los desprecios de los judíos y las blasfemias de muchos cristianos, desde lo más profundo de nuestros corazones diremos: ¡Viva Jesús! ¡Bendito sea su santo nombre!

(Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense las invocaciones y la oración final.)


DÍA CUARTO

Dada por Pilato sentencia de muerte contra Jesús, los judíos se apresuraron a ponerla en ejecución. Visten de nuevo a Jesús con su túnica, cargan sobre sus hombros una pesada cruz, y le obligan a caminar así por las calles de Jerusalén. La turba corre tras de Jesús, ansiosa de llenarle de insultos. Iba el Salvador tan fatigado que varias veces cayó en tierra, y temiendo los soldados que desfalleciese en el camino obligaron al Cirineo a que le ayudara hasta el Calvario.
Haz, Jesús mío, que seamos en esta vida vuestro Cirineo, llevando gustosos la cruz que nos quieras enviar.

(Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense las invocaciones y la oración final.)


DÍA QUINTO

Casi sin vida llegó Jesús al Calvario, y los crueles sayones al punto lo clavaron en la cruz con gruesos clavos. Entre gritos e insultos lo levantaron después en alto, quedando Jesús en el más horrible suplicio. Al oír las injurias de sus enemigos levantó el Salvador la voz y pidió para ellos el perdón y para nosotros la salvación.
No fueron los judíos, oh paciente Jesús mío, los que os crucificaron, sino mis pecados. Por eso diré de continuo: Jesús mío, misericordia.

(Medítese, pídase la gracia que se desea conseguir y récense las invocaciones y la oración final.)